martes, 26 de mayo de 2009

Sobre los encuentros

Alguien escribió una vez -creo que fue Sábato- que los seres humanos nos movemos en un nivel: un plano, que está determinado por nuestros gustos, nuestras actividades, nuestra forma de pensar, de creer y de querer ciertas cosas. Y que ese plano nos separa del resto de las personas y nos pone más cerca de otras. No sé si se entiende la idea hasta aquí, él no se refiere a lo espiritual -o al menos no solamente a eso- sino al lugar físico, y daba una explicación que para él era la prueba de su teoría: el hecho de cruzarse una y otra vez con el mismo desconocido, en los lugares más diversos del planeta.
Obviamente esto no lo percibía en el primer encuentro sino después de cruzarse con esa misma persona tres o cuatro veces. Para él no era coincidencia sino la prueba de que esas personas comparten el mismo plano.

Si pienso en esta idea se me ocurre que cambiando como cambian nuestras actividades, gustos, etc, así también cambiamos de plano a lo largo de nuestra vida, y así nos vamos moviendo.

A mi me pasó. Personas ignotas que a fuerza de verlas un par de veces comencé a reconocer en los más diversos lugares. Lo más extraño de todo es que el volver a encontrarlas después de la tercera o cuarta vez era ya algo natural "mirá vos, otra vez "

Me ocurrió, por dar un ejemplo, cruzarme a María Kodama -seee muy raro- en los lugares más disímiles que se les pueda ocurrir, unas cinco veces. Eso me ocurrió en una época y luego nunca más la volví a ver. Pero no solamente me pasó con ella, que después de todo es una persona más o menos pública, identificable. Durante años encontré en Buenos Aires a una mujer que tenía aspecto de loca. Una de esas locas lindas que van sonriendo y hablando solas por la calle... tenía el cabello largo, ondulado y algo canoso. Vestía siempre jeans y zapatillas. Y ahora, desde hace años no la volví a ver. Será que alguna de las dos -o las dos- cambiamos de plano. y así varios casos más con personas de lo más comunes.

En ese mismo orden de pensamientos - en relación con los planos, los encuentros y desencuentros- siempre me resulta inquietante las casualidades por las cuales hemos conocido a alguna de las personas que son importantes para nosotros. Claro, hay muchas personas que encontramos o conocimos en el ámbito de alguna institución de la que formamos parte, no hablo de esas personas... aunque podría también especular con esto y preguntarme por qué esas personas estaban en esa aula, en ese lugar de trabajo y no en otro... pero no es eso lo que me inquieta hoy.

Pienso específicamente en los encuentros con esas personas que, de no haber llevado a cabo determinada acción (alguno de los dos o ambos)en un momento preciso, nunca nos hubiéramos conocido.

Caben dos maneras de verlo. Que ese encuentro tenía que suceder, sea como sea, que estaba escrito y que no importaba lo que hiciéramos o cuándo, era algo que iba a ocurrir. Incluso que existieron infinitas posibilidades de que eso hubiera pasado antes o después. Pero claro. Si este modo de ver las cosas la inscribimos en esa matriz de los planos de la cual hablaba, la cosa se pone más rara todavía. Se imaginan entonces que cada una de las cosas que vamos haciendo y las transformaciones que vamos experimentando en nuestra vida -esos avatares que nos hacen cambiar de plano- generaría que paralelamente todo el universo se vaya alineando o desalineando para que el encuentro se produzca... es muy complicado siquiera pensarlo. Y encima eso multiplicado por dos... el cambio en nosotros y el cambio en el otro. Encontrarse sería un milagro.

Hoy, realmente, eso me suena como demasiado esfuerzo por parte del Gran Escritor. Por qué tendría ganas de hacer semejante laburo...?

La otra forma de verlo es que no existe nada de todo eso, que no existen los planos y que todos somos básicamente iguales y vivimos y nos cruzamos con todos aleatoriamente, incluso con esa gente que en otro momento hubiéramos reconocido una y otra vez y ahora siguen pasando al lado nuestro pero ya no las vemos. Que somos nosotros los que le damos trascendencia a un encuentro particular, descartando infinidad de otros que hubieran sido trascendentales, o no. De ser así nada estaría escrito sino que somos nosotros el Gran Escritor, y en realidad todo lo que vivimos es simplemente nuestra Gran Obra.

Nuestro destino está escrito o es obra nuestra? Cualquiera de las dos ideas puede llegar a ser inquietante.... y lo más sobrecogedor: la única certeza que tenemos es que nunca sabremos la respuesta.

Yo creo que no existe el Destino. Que no hay ningún libreto, y lo único que existe es nuestro deseo de escribir la historia de determinada manera. Pero como nos asusta un poco tanta responsabilidad a veces dejamos a mano el "esto tenía que suceder, ya estaba escrito"

No sé qué pensaran Uds pero para mí esa salida de emergencia le quita toda la gracia al asunto. Así que me gusta pensar que la cosa la armamos nosotros solitos. Me parece que es así cómo funciona.

Definitivamente me gusta pensar que cada uno es el Gran Escritor, me gusta la idea de que ese es EL milagro y que nosotros hacemos que nos suceda.

2 comentarios:

  1. Acabo de terminar de leer todos tus archivos. Gran narradora habías resultado!!! Que lindo, que fluído, me dió ganas de seguir leyendo, no conocía a esta "Cordelia"!!!!

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  2. Sí, pienso, igual que vos, que somos cada uno de nosotros, El Gran Escritor...
    Me encanta este blog, Cordelia. Reí y lloré.... Me parece una genia tu escritora, la dueña de tu vida...♥
    Ale

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