miércoles, 10 de junio de 2009

Lugares

Viví casi veinte años en la misma casa. Mi primera casa, la casa donde nací. La construyeron mis padres. Para mí, era un universo. Estaba llena de lugares donde yo jugaba. Un patio y un jardín y un terreno contiguo repleto de plantas y árboles y lugares que explorar. Mis padres se dedicaban a esa casa con mucho amor, y con resultados dispares: había en ella zonas muy cuidadas, zonas tremendamente bellas, zonas medio abandonadas, zonas desordenadas y salvajes, calculo que era el reflejo de mi propia familia. Pero esa casa, ese jardín y ese terreno contiguo eran algo vivo. Y aún en esas zonas más descuidadas y abandonadas crecían flores salvajes.
Esa casa está en un lugar tan ignoto y alejado que para llegar a ella había que hacer una verdadera travesía. De eso me di cuenta cuando ya era un poco más grande. Cuando era muy chiquita a mi me parecía perfecta. Además yo me sentía muy orgullosa de esa casa. Porque mucha gente que pasaba por la calle se detenía a mirarla. Y es que era una casa singular, tan original, tan distinta del resto de las casas de ese barrio...

Durante muchos años, en medio de un sueño, me encontraba en un lugar extraño y necesitaba volver a casa. En esos sueños, era a esa casa adonde yo regresaba.

Tiempo después volví a pasar por allí. Una de las paredes se había derrumbado. Fue muy triste. La vi tan desolada y pobre que ni siquiera me detuve.
Definitivamente esa casa estaba en el culo del mundo.

Mi segunda casa fue, por así decirlo, una casa más civilizada. Una casa más parecida a todas las demás. Una casa más cerca de todo lo demás. Una casa abierta a todos, llena de vecinos y amigos y visitas.
Viví allí solo unos años, pero aún vuelvo y la siento un poco mi casa.

Pasé los ocho años siguientes en otra casa, que no era mía ni sentía mía, como si ese fuera un lugar en el que estaba de paso.

Vinieron después dos departamentos más, de los cuales algún día, también, me mudé.

El primero de ellos sigue siendo para mi un lugar entrañable. Recuerdo el último instante en el que estuve ahí. Antes de cerrar la puerta miré hacia adentro y me dio miedo no ser tan feliz en otro lugar como lo había sido ahí... ese fue mi primer departamento: el primero que yo elegí para vivir.
Pero con el tiempo me quedó muy chiquito. Así que me mudé a otro. Ese otro era tan lindo y cómodo que no daban ganas de irse.
Sin embargo, estuve allí mucho menos tiempo de lo que había imaginado... fue difícil para mi hacerme a la idea de vivir en otro lugar. A ese departamento había llegado con ganas de quedarme. Y hasta creo que en algún momento llegué a pensar que en ese lugar pasaría el resto de mi vida.

Y ahora estoy acá. Ahora vivo acá... no sé por cuánto tiempo. Y no sé por qué ya nunca pienso en eso. Y tampoco se por qué nunca más volví a soñar que tenía que volver a casa.

1 comentario:

  1. Cordelia: Ahora estás acá, esta es tu casa...
    Armaste una casa en el ciberespacio, y nos recibís a todos... Me encanta tu blog!
    Ale

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